Estructurado en ocho partes y 53 lecciones, el tomo sexto del CURSO DE FORMACIÓN TEOLÓGICA EVANGÉLICA constituye en si mismo uno de los textos de Eclesiología más completos y pedagógicos disponibles. Partiendo de un completísimo estudio obre la naturaleza y fundación de la Iglesia, entra de lleno en un análisis profundo de sus ministerios, autoridad y estructura de gobierno para terminar con una visión de sus ordenanzas y su misión en el mundo. Es, pues, un texto ideal para la asignatura de Eclesiología en institutos bíblicos y seminarios de Teología.
Por el Nuevo Testamento, está claro que Jesucristo tuvo interés en juntar Su Iglesia, que la amó y Se entregó a la muerte por ella. El coste del precio que pagó para rescatarla nos da idea del valor que la Iglesia tenía a Sus ojos. Cristo murió para reunir en uno los dispersos hijos de Dios. Este único Cuerpo de creyentes redimidos que es la Iglesia, ha sido elegido para ser en la tierra “columna y baluarte de la verdad”, para proyectar esa verdad salvadora hacia el mundo entero, e incluso para darla a conocer “a los principados y potestades en los lugares celestiales”.
El lugar que la Iglesia ocupa en el Nuevo Testamento es muy importante: el Libro de Hechos es un recuento de fundaciones de iglesias tras el impresionante descenso del Espíritu de Pentecostés; a las iglesias son predominantemente dirigidas las Epístolas apostólicas.
Por lo que toca a nosotros, los miembros de la Iglesia, recordemos que por la Iglesia nos ha sido transmitido el Evangelio; una vez nacidos de nuevo, por el mensaje de la Iglesia y el poder del Espíritu, la Iglesia nos ha nutrido, educado, corregido y hecho crecer. Dentro de la Iglesia, hemos hallado las oportunidades de comportarnos cristianamente y de extender el radio de acción de nuestro ministerio y de nuestro testimonio.
En cuanto al método para una correcta Eclesiología, una genuina investigación no puede comenzar por “considerar la Iglesia según existe ahora” y tratar luego de modificar, o mejorar, sus estructuras; ni siquiera es correcto el remontarse a los tiempos de la Reforma, lo cual equivaldría a depender de una tradición humana, sino que es preciso volver decididamente a un estudio sereno, profundo y sincero del Nuevo Testamento y estar todos dispuestos a empezar desde allí.
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