«George Whitefield fue uno de los ministros cristianos más dinámicos y conocidos del siglo XVIII. Los periódicos de la época lo llamaban «la maravilla de la época. Fue ministro de la iglesia anglicana y considerado una de los siervos fundamentales utilizados por Dios en el famoso «Gran Despertar».
Empezó a profesar una fe cristiana activa desde joven, en la escuela, siendo un practicante de la misma, sin embargo, fue cuando se encontraba estudiando en la Universidad de Oxford, cuando empezó a profundizar mucho más en cuanto a su fe. Fue en ese período universitario, en 1733, cuando conoció a los hermanos Wesley, los cuales lo animaron a ser parte de un grupo de creyentes llamado «Club Santo» pero que por muchos críticos fue llamado «metodista» debido al estudio y análisis sistemático que se llevaba a cabo en cuanto a las cuestiones religiosas.
Como el resto de amigos con el que se unía, George Whitefield se esforzaba por alcanzar su salvación a través de una vida disciplinada y de su obediencia y buenas obras. Algunas fuentes aseguran que era tan disciplinado con su propio cuerpo que le llegó a afectar a la salud, algo de lo que no se recuperó totalmente nunca más.
Su buen amigo John Wesley le prestó el libro «La vida de Dios en el alma del hombre» del autor Henry Scougal, lo cual llevó a Whitefield a enfrentarse con una realidad de suma importancia que cambiaría su vida: tenía que nacer de nuevo. En ese tiempo se produjo la verdadera conversión de Whitefield, lo cual despertó en su corazón una pasión por llevar ese mensaje del Evangelio a todas las personas que fuese posible y a todos los lugares donde pudiera llegar.Fue entonces, tras haber sido ordenado como ministro de la iglesia anglicana, que empezó a evangelizar de forma regular y constante y, a los 21 años de edad, expuso su primer sermón público.
Multitudes se agolpaban regularmente en los lugares donde Whitefield pasaba y predicaba para escucharle hablar tan solo de una cosa: la fe salvadora en Cristo Jesús.
En la historia de George Whitefield, una de las cosas que llevó a que empezara su ministerio de predicación en la calle fue el hecho de que muchas iglesias locales empezaron a cerrarle las puertas debido a su denuncia sobre la condición espiritual y los sermones que exponían muchos líderes religiosos del momento, lo cual no sentó muy bien a muchos líderes religiosos de aquella época que se esforzaron por no dejarle una puerta a vierta a Whitefield en muchos lugares.
Eso empezó a cobrar sentido para mí cuando, estudiando más a fondo la vida y ministerio de Whitefield, pude leer con calma el mensaje titulado el «Método de la Gracia» el cual comienza citando Jeremías 6:14 «Y curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: «Paz, paz», pero no hay paz.»
El mensaje inicia hablando de los falsos profetas, líderes religiosos embaucadores y no siervos fieles del Señor los cuales, en lugar de confrontar el pecado del pueblo, le hacen sentir cómodo cuando están muertos en sus delitos y pecados.
Esas palabras escogidas por Whitefield no eran fruto de la casualidad, sino que eran el reflejo de lo que estaba sucediendo en aquel entonces y que provocaba una condición espiritual de suma decadencia en el país, culpa en gran parte de aquellos líderes religiosos que estaban sustituyendo el verdadero mensaje del Evangelio por mensajes que no confrontaban el pecado y que simplemente hacían sentir libre al impío cuando se encontraba enemistado contra Dios.
En ese mismo mensaje Whitefield muestra claramente la condición caída del hombre, la situación de muerte espiritual en la que se encuentra, y hace hincapié a lo largo de todo el sermón de cómo el pecador solo puede degustar la gracia salvadora de Dios si primero se humilla y experimenta el dolor profundo del arrepentimiento al reconocer sus pecados y miseria.
Creo con toda certeza que Whitefield sabía que había muchos como él, que seguían muertos en sus delitos y pecados cumpliendo tan solo algunas disciplinas y rituales religiosos, ciertas prácticas litúrgicas, pero sin vida espiritual en su interior, que al igual que George W. tenían que ser conducidos mediante la predicación de las Escrituras a la realidad que él mismo tuvo que enfrentar un día: tienen que nacer de nuevo.Cada uno de sus mensajes era un reflejo fiel de las enseñanzas biíblicas contenidas en la Palabra de Dios, pero también, un reflejo del propio predicador.» Juan Manuel Vaz
El obietivo de la Biblioteca de Clásicos cristianos, editados por Abba, es recuperar y poner a disposición del pueblo hispano la sabiduría que Dios puso a nuestros antepasados en la fe. Muchos de ellos son editados por primera vez en español, y otros son recuperados y revisados completamente para una mejor comprensión en el siglo XXI.
La Biblioteca de Clásicos Cristianos está compuesta por las obras clásicas que todo cristiano debería leer por lo menos una vez en la vida. Son pozos de sabiduría Bíblica que nos hablan desde los siglos. La Biblioteca de Clásicos cristianos tiene las siguientes características:
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ISBN: 9788418577666
Cubierta: Tapa Dura
Idioma: Español
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